La distorsión humana que está viviendo nuestra sociedad a nivel estatal y nacional, es algo que no debemos permitir que siga creciendo.
El multihomicidio cometido en un bar de San Luis Río Colorado, es solo una muestra de la gran descomposición que viven nuestros jóvenes en su forma de actuar ante sus semejantes; ya sea sobrios y en este caso ebrio.
La tragedia que enlutó a doce familias con igual número de fallecimientos, sobra decir que es lamentable; pero que prende más los focos rojos para trabajar intensamente en la integración de las personas y también en mejorar el desempeño de las autoridades.
¿Porqué no decirlo?
Ya que, es lógico pensar que, ante la expulsión física del antro -de este joven borracho que andaba manoseando a las muchachas-, los vigilantes, los policías o los encargados de la puerta debieron prevenir su reacción de disgusto y no perderlo de vista hasta que cerraran el local o se fuera definitivamente.
Sin tener detalles de lo acontecido, creo que de haberse tomado las precauciones, Sonora y el país no estuvieran sufriendo esta desgracia provocada por los malos sentimientos de una persona que literalmente fue excluida social y físicamente del lugar.
Que si el antro no contaba con permiso/que si las puertas de emergencia no estaban en condiciones de funcionar/que si es culpa de la administración estatal pasada o de la actual/que si es culpa del alcalde y le van a hacer juicio político/etcétera/etcétera, son temas que no le importan a los dolientes de esas doce personas que solamente fueron a ese lugar con el propósito de divertirse un rato.
«Es que andaba pedo», dijeron algunos luego de la tragedia.
¿Y?
Eso no tiene nada qué ver.
Ni tampoco lo exime de la ley.
Los papás de un niño del kínder Frida Kahlo de la Ciudad de México, no necesitaron andar ebrios ni drogados para golpear físicamente a una maestra que creyeron maltrató a su hijo de tres años de edad, quien al ver la acción iracunda de su mamá, soltó la risa por creer que era algo gracioso y quizá normal o correcto.
También debemos incluir la golpiza que le dio un imbécil cuarentón a un jovencito de 15 años en el interior de una sucursal de Sub Way en San Luis Potosí, luego de que el menor le pidiera hacer fila para ordenar su torta.
Dichas imágenes ya circularon por todos los medios de comunicación y redes sociales del país, evidenciando incluso, otra golpiza anterior que le dio a un joven motociclista quién sabe porqué motivos.
Ahora que ya detuvieron a ese imbécil, esperemos que las autoridades de aquella entidad no se corrompan y que lo refundan en el bote; y si entre los presos le sale un buen «sayo» para pegarse un tiro limpio, que la furia de todo un país bendiga los puños de ese reo desconocido para que el maldito sepa lo que se siente.
Lo que no me gustó antes y después de la detención, fue primero la tibieza con la que declaraban y actuaban las autoridades de San Luis Potosí; y segundo, la risa cínica de ese maldito que ya esposado modeló para la fotografía que circuló en redes sociales desde el sábado al mediodía.
Como dando a entender, pues, que ya tenía un arreglo con los organismos encargados de hacer cumplir la ley y que no le pasaría nada.
Ojalá y en la celda no solo le peguen unos chingazos bien dados; sino que lo hagan arrepentirse del daño que le hizo a estos dos muchachos y quién sabe a cuántas personas más.
Y si le crean el vicio de usar zapatillas en lugar de botas, pues mejor.
Sin dudas que tenemos mucho por hacer.
Nosotros como sociedad, mejorar nuestros ejemplos y educación ante nuestros hijos y semejantes.
Y las autoridades, ser más estrictas en el cumplimiento de las leyes.
En otro tema, creo que parte de la insensibilidad y subjetividad que hemos adoptado en los últimos tiempos como grupos sociales -y también de manera individual-, son los malos mensajes o ejemplos que nos llegan a través de los diferentes canales de comunicación.
Dígase radio, televisión, periódicos y más frecuente las redes sociales de internet.
En el caso de la televisión, vaya desperdicio de tiempo aire con programas que exhiben la convivencia privada y/o intimidad de supuestos personajes famosos a través de la señal de Televisa.
La casa de los famosos, es una tontería que malgasta el tiempo de quienes pudieran aprovecharlo para cosas más positivas.
Por más que analizo, vuelvo a pensar y pregunto, no hay una razón que valga la pena de estar viendo a un grupo de personas dentro de una casa habitación jugando una competencia de quién sabe qué.
Lamentablemente para unos y afortunadamente para otros, tenemos libertad de pensamiento y derecho de actuar cómo se nos antoje.
Lo cual se respeta, por supuesto.
Con este comentario terminamos la columna de hoy.
Espero que tengan muy buena semana.