Bien dice Román Meyer que en todas partes del país hay espacios públicos con sentido de pertenencia para todos los ciudadanos.
Y vaya que tiene razón el titular de la Sedatu.
Porque en un caso local, debemos mencionar que los hermosillenses que vivieron las décadas de los 40′, 50’s, 60’s y los dos primeros años de los 70’s, todavía recuerdan con mucho cariño el legendario Estadio Fernando M. Ortiz.
Conocido más antes como Casa del Pueblo.
Porque luego del traslado de los juegos de beisbol al monumental «Coloso del Choyal» en 1972 (y bautizado en 1976 como Estadio Héctor Espino), no solo sus aficionados se familiarizaron con la casa de los Naranjeros de Hermosillo; sino también las personas comunes que sin gustarles mucho este deporte, han valorado esta área verde que por el crecimiento urbano se convirtió en el punto central de la geografía de nuestra capital.
Igualmente dijo el funcionario federal, -hace un año durante la reinauguración del modificado Estadio Héctor Espino-, sucede este sentido de pertenencia en otras partes del país; como es el caso de La Alameda Central de la Ciudad de México.
Aunque sentimentalmente el «Héctor Espino» tomó mucho valor por ser el beisbol un deporte históricamente regional, todavía tenemos que agregarle la figura de nuestro máximo ídolo que ha seguido en el corazón de millones de sonorenses:
Don Héctor Espino, fallecido el 7 de septiembre de 1997 y de quien todavía se recuerdan sus larguísimos jonrones y calidad humana.
Así como nos referimos a este espacio de la colonia El Choyal, tenemos otros en Hermosillo que son parte de nuestra vida.
Tal es el caso de La Sauceda que, originalmente comprendía alrededor de 100 hectáreas, gracias a la donación del desaparecido constructor y empresario, Don Belisario Moreno Ruiz, quien como particular regularizó otra gran cantidad de tierras nacionales y sugirió que la aportación voluntaria fuese para la práctica del deporte y convivencia en espacios recreativos.
Una propuesta que se le cumplió en vida, ya que a finales de los años 60’s y principios de los 70’s, se crearon muchos campos de beisbol y canchas de futbol; así como albercas, palapas y áreas para picnic con asadores -en el espacio que ahora solo se conoce como Área Recreativa La Sauceda y que se encuentra en completo abandono-.
Bueno, pues desde aquellos tiempos y con el paso de los años, los campos deportivos asignados se han ido reduciendo por la urbanización de una ciudad tan grande como Hermosillo, ya que se han construido fraccionamientos, escuelas, albergues y oficinas gubernamentales.
Como lo hemos estado viendo.
Mientras que las instalaciones recreativas que sumaban 52 hectáreas con toboganes, el divertido trenecito y otras áreas especiales para actividades lúdicas, se fueron deteriorando con el uso y el tiempo.
Pero al llegar el sexenio de Manlio Fabio Beltrones en 1991 (con su proyecto Fideicomiso Río Sonora que proponía urbanizar toda la franja del Vado del Río, como lo es ahora), se hizo una excelente rehabilitación a La Sauceda.
Lamentablemente de nuevo, se presentó el deterioro de las instalaciones y se tuvo que cerrar el centro recreativo.
Pero en tiempos recientes, casi al finalizar la administración municipal de Alejandro López Caballero en 2015, se invirtieron 50 millones de pesos para su rehabilitación, con la curiosa situación que no hubo reapertura para los usuarios ni para nadie; lo cual provocó que los malandros de las colonias aledañas vandalizaran las instalaciones y las dejasen inservibles.
Claro que ante esta situación, hubo mucho desconcierto para la gente que, sobre todo, le entiende al tema político; ya que siendo La Sauceda un patrimonio del Gobierno del Estado, fuese el Ayuntamiento de Hermosillo la instancia que le invirtió ese dinero -del que tampoco se supo concretamente su origen-.
Y la pregunta que provocó más desconcierto fue ¿por qué no abrieron La Sauceda, si ya estaba lista para su uso?
Ahora que el gobernador Alfonso Durazo confirmó la adquisición para el Estado de 170 hectáreas que incluyen las tierras contiguas, las faldas y el propio cerro de La Cementera, anunció también la ampliación de este centro recreativo. Información que fue ampliada en declaraciones por separado del secretario de CIdur, Heriberto Aguilar, y en donde dijo que se incluyen novedades muy importantes para beneficio de los sonorenses.
Sería bueno que en el proyecto, como sugerencia, se incluyeran a las faldas del cerro -y colindando con el barrio El Jito- algunos campos de beisbol, canchas de soccer 11 y de basquet con voli y futbol de salón.
Cierto que la superficie es irregular, pero si se trata de una inversión para acciones que fomenten el deporte y las actividades sanas, bien vale la pena un gasto de este tipo; ya que aunque parezca increíble, los chamacos originarios de El Jito que convivimos a finales de los 70’s y principios de los 80’s, jugábamos beisbol y futbol en esa área en medio de las piedras, arbustos y nopales.
Lo cual provocó innumerables tropezones, choyacones y uñas quebradas en los dedos gordos de los pies; además de rasgaduras en los brazos y raspones ensangrentados en las rodillas y piernas
Y todavía nos esperaba la chinga que nos ponían nuestras mamás por llegar todo madreado casi oscuro a la casa; con la camisa, los tenis y los pantalones rotos.
¡Uyyy!
Qué recuerdos.
Igualmente por la naturaleza del polígono, en el proyecto se pudieran adaptar pistas para ciclismo de montaña, motocross y campo traviesa; añadiéndole áreas para grupos de Boy Scout, campamentos, etcétera.
Actualmente, por si no lo saben, en las faldas del cerro La Cementera y contiguo al barrio El Jito, hay una cancha que se construyó hace 13 años y la cual ya ocupa rehabilitación.
En el entendido que esta es un espacio para comentar el acontecer político y en pro de nuestra comunidad, creo que bien vale la pena tomar en cuenta algo de lo aquí escrito.
Porque quienes tuvimos la «fortuna» de ser de un barrio humilde que sufre de muchas peripecias, nos da la seguridad de cuál pudiera ser el camino correcto en la formación social de las nuevas generaciones.
Que tengan muy buena semana.