Mar-a-Lago, la mansión que el expresidente estadounidense Donald Trump posee en Palm Beach, en el sureste de Florida, ha sido registrada por agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI), según anunció el propio Trump en su web, que buscaban su caja fuerte.
«Estos son tiempos oscuros para nuestra nación, mientras mi bella casa de Mar-a-Lago, en Palm Beach, está ahora siendo sitiada, asaltada y ocupada por un gran grupo de agentes del FBI», escribió el exmandatario estadounidense en su plataforma digital.
Según The New York Times, se trata de una orden de registro bajo supervisión judicial que la entidad federal cumple en la residencia Mar-a-Lago en busca de material, oficial y hasta clasificado, que el expresidente se habría llevado consigo hasta su residencia en Florida cuando salió de la Casa Blanca.
Se trata de material incluido en las 15 cajas que Trump se llevó de la Casa Blanca cuando acabó su mandato y que no habría devuelto. Estas están sujetas a la Ley de Registro Presidencial, que exige que todos los documentos pertenecientes a cuestiones oficiales sean devueltos. «Esas cajas contenían muchas páginas de documentos clasificados, según una persona familiarizada con su contenido», añade el mismo periódico.
Ese mismo medio explica que el expresidente de EEUU retrasó la devolución de hasta 15 cajas con material que se había llevado de Washington y que le fue reclamado e varias ocasiones por los funcionarios de los Archivos Nacionales durante meses. De hecho, sólo las devolvió en febrero, cuando formalmente se vio amenazado para su recuperación, ya que el caso fue remitido al Departamento de Justicia a principios de este año.
Según el FBI, el expresidente habría incurrido en un posible delito de la ley federal sobre el manejo de documentos de la Casa Blanca y, de ahí, que un juez federal en West Palm Beach haya dado luz verde a la operación. Y es que para poder llevar a cabo esta operación, los investigadores federales necesitan obtener una orden de registro y antes demostrar ante un juez que existe una causa probable para creer que se haya cometido un delito y que pueda haber evidencias relacionadas con ese delito en el lugar que se quiere inspeccionar.
Fuentes próximas a la investigación aclaran que asesores de Trump habrían asegurado en su momento que las cajas que se llevó el expresidente sólo contenían recuerdos y obsequios que habría recibido durante su mandato. Sin embargo, según The Washington Post, el FBI está buscando desde la correspondencia con el presidente norcoreano, Kim Jong Un, lo que en su momento Trump llamó «cartas de amor», hasta la misiva que le dejó Barack Obama a su entonces sucesor y que se podría haber quedado.
En el comunicado, Trump afirma que «nunca antes le había pasado algo así a un presidente de los Estados Unidos» y criticaba la situación de la Justicia en su país.
Por su parte, en la Casa Blanca aseguraban «no saber nada» de la operación y preguntados al respecto por los principales medios de comunicación, tanto el FBI como el Departamento de Justicia, declinaron hacer declaraciones.
El expresidente, por su parte acusa a la Fiscalía (es el fiscal general Merrick Garland el que lleva los dos casos abiertos con él) de «mala conducta» y denuncia «la militarización del sistema de justicia» y el «ataque de los demócratas radicales de izquierda que desesperadamente no quieren que me postule a la presidencia en 2024», dice en su web, que encabeza con las palabras «Save America».
Según Trump, un asalto como éste solo puede suceder en países «rotos» del Tercer Mundo. «Lamentablemente Estados Unidos se ha convertido ahora en uno de esos países, corruptos a un nivel nunca antes visto».
«¡Incluso entraron en mi caja fuerte!», exclama a continuación con indignación, para subrayar que «la persecución política del presidente Donald J. Trump ha estado en marcha durante años».
Se refirió también a la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, para asegurar que «se le permitió borrar y lavar con ácido 33.000 correos electrónicos después de que fueran reclamados por el Congreso». Y, sin embargo, dijo, «no ha pasado absolutamente nada que la haga responsable».
Agentes con rifle
Durante todo el día, distintos vehículos de policía custodiaron el acceso a la que ha sido la residencia principal del expresidente desde enero de 2021. Agentes armados con rifles vigilaban las idas y venidas de los agentes federales, asegurándose de que estos pudieran llevar a cabo su labor sin interrupciones.
Tres fuentes con acceso a la investigación confirmaron a CNN que los investigadores federales visitaron Mar-a-Lago en abril y mayo para hablar con los abogados de Trump sobre esas 15 cajas con documentos y añadieron que el expresidente se encontraba en su residencia en ese momento.
Los abogados de Trump mostraron documentos a los investigadores entonces, aunque no está claro ni cuáles ni cuántos, según destacaron las mismas fuentes. El lunes, los investigadores del FBI se aseguraron de que no se les escapara ninguno de los papeles confidenciales y material clasificado que el expresidente se llevó de la Casa Blanca en enero de 2021.
«Se acaban de ir», según confirmaron testigos presenciales a FloridaPolitics hacia las seis y media de la tarde. Las mismas fuentes destacaron que los agentes federales salieron de la mansión de lujo cargados con varias cajas.
Escalada judicial
El hecho de que la Oficina Federal de Investigación haya llevado a cabo un registro en la propiedad privada de un expresidente del gobierno no sólo no tiene precedentes, sino que representa una escalada significativa del escrutinio de Trump por parte de las fuerzas federales del orden público.
Así lo confirmó Christina Bobb, la abogada de Trump, quien quiso dejar claro que «el presidente y su equipo legal han cooperado con los funcionarios del FBI y del Departamento de Justicia a cada paso del camino. El FBI realizó una redada sin previo aviso y confiscó varios papeles».
En las últimas semanas, el Departamento de Justicia al que pertenece Garland, se ha centrado en los esfuerzos del republicano para permanecer en el poder. Fuentes cercanas al asunto destacan que ha convocado a un gran jurado federal para investigar las distintas artimañas empleadas por el expresidente para revertir los resultados electorales de 2020 en estados clave ganados por Joe Biden. Además, Justicia está investigando el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021.
En las últimas semanas, el equipo del fiscal general incautó el teléfono de John Eastman, el antiguo abogado del expresidente que redactó memorandos para la campaña que detallaban la estrategia de los falsos electores y un plan para que el entonces vicepresidente Mike Pence se opusiera a su deber ceremonial de certificar los resultados de las elecciones.
También registró la casa de Jeffrey Clark, un fiscal general adjunto a quien Trump quiso nombrar fiscal general para que diera justificación legal a sus afirmaciones infundadas de fraude electoral.
Cruce de acusaciones
Las reacciones de defensores y detractores de Trump no se han hecho esperar. Los aliados del expresidente inmediatamente buscan presentar la redada policial como parte de un esfuerzo impulsado por los demócratas para evitar su vuelta a la Casa Blanca en 2024, a pesar de que el Ejecutivo de Biden asegurara que no tenía conocimiento previo de la operación y de que el actual director del FBI, Christopher Wray, fuera nombrado por el propio Trump hace cinco años.
Kevin McKarthy, principal congresista republicano, y uno de los primeros en comentar la noticia tuiteó: «Ya he visto suficiente». Parafraseando al expresidente, el líder de la minoría en el Congreso de la Cámara denunció que «el Departamento de Justicia ha llegado a un estado intolerable de politización armada» y amenazó al fiscal general prometiéndole que «cuando los republicanos recuperen la Cámara, realizaremos una supervisión inmediata de este departamento, seguiremos los hechos y no dejaremos piedra sin remover. Fiscal general Garland, conserve sus documentos y despeje su calendario», concluyó un beligerante McCarthy.
Simpatizantes
El presidente 45 de los Estados Unidos dijo además que «la anarquía, la persecución política y la caza de brujas deben ser expuestas y detenidas», dentro de su ataque contra la operación.
Pasada la medianoche del lunes, un grupo creciente de simpatizantes del expresidente se congregaba en las inmediaciones de la conocida como Casa Blanca de invierno, portando banderas y pancartas de apoyo a Trump y haciéndose eco del agravio del expresidente.
Según la NBC, Trump no estaba en casa en ese momento y de hecho, el expresidente ha hecho declaraciones desde la Torre Trump en Nueva York. Fue su hijo Eric el que le avisó de que el FBI estaba entrando en la mansión, según explicó él mismo a la cadena FOX.
«Después de trabajar y cooperar con las agencias gubernamentales relevantes, esta redada no anunciada en mi casa no fue necesaria ni apropiada», ha asegurado en su declaración el propio Trump.